Dar y Recibir ¿Merece la pena?

Ser generosos y pensar en los demás nos hace sentirnos bien con nosotros mismos. Recientes estudios avalan que al saber hacer felices a los demás con nuestra generosidad, salimos beneficiados en gran medida.

Conseguir dar a los demás, de forma desinteresada, sin esperar algo a cambio es una meta complicada de alcanzar y para la que debemos prepararnos de manera constante y evolutiva.

Aprendiendo a dar también comprenderemos el valor de las cosas, de las acciones y de los sentimientos. Pero de igual modo entenderemos como desapegarnos de las cosas materiales y ser menos aprehensivos con aquellos objetos cuando sabemos que los demás los desean o los necesitan más incluso que nosotros.

La generosidad nos ayudará a agrandar nuestro corazón y albergar mucho más amor y compasión en él. Independientemente de los dichos populares que declaran que él que da siempre recibe, incluso aunque no recibamos, con la generosidad siempre ganamos, nos abrimos puertas y descubrimos valores internos y del mundo que tienen gran importancia y que se deben de fomentar en la sociedad.

Por ello es necesario que sepamos inculcar a nuestros pequeños este sentimiento de generosidad y detallismo hacia los demás. Ser empático y poder ponerse en el lugar del prójimo es fundamental para conseguir un mundo más humano en el que todos vivamos una vida más justa, igualitaria y de calidad.