JUGANDO AL AIRE LIBRE

ACTUALIDAD

Cada vez resulta más difícil encontrar a chavales correteando en las plazas y calles de nuestras ciudades y pueblos, y es que los niños del siglo XXI juegan mucho menos al aire libre que sus predecesores.

La disminución de entornos adecuados para el juego, la invasión del espacio público por los automóviles, el sobreproteccionismo paterno, la aparición de los juguetes digitales y la escasez de tiempo libre de menores y adultos son algunas de las causas que han conducido a esta situación.

Los niños cada vez tienen menos tiempo para jugar, ya que el colegio y las actividades extraescolares ocupan gran parte de su período de ocio. Además de esto, un tercio de los menores se divierte exclusivamente con videojuegos y otros aparatos electrónicos, lo que propicia un aislamiento social preocupante.

Según algunos expertos, la mayoría de los niños juega casi exclusivamente con miembros de su familia o compañeros de clase. Además, debemos tener en cuenta que solo tienen acceso a estos últimos durante las horas lectivas, lo que limita profundamente el tiempo y el espacio de ocio fuera del círculo familiar.

Los vecinos, antaño los principales compañeros de juego de los más pequeños, se han convertido ahora en extraños para la mayoría de los niños que, además, jamás juegan en la calle.

El enclaustramiento infantil producido en los últimos años ha privado a los chavales de una actividad tan natural en la niñez como es jugar al aire libre. Esta es una de las más agradables y divertidas que un niño puede realizar, resultando además muy beneficiosa para el buen desarrollo de los más pequeños, quienes necesitan potenciar sentidos como la vista, el olfato y el oído así como habilidades tales como la destreza, la agilidad y la capacidad espacial.

Pero los beneficios del juego en el exterior no terminan aquí, ya que esta actividad nos ofrece una ocasión única para que salten, corran, chillen y se desahoguen, tanto mental como físicamente, lo que traerá a los chicos y chicas grandes beneficios. Así, los niños que cuentan con más tiempo de ocio en el exterior sufren menores problemas de obesidad, amén de acostumbrarse al ejercicio físico y a los hábitos saludables de vida como son la práctica de deportes. En el plano psicológico las actividades en el exterior permiten a los infantes desarrollar mejor su personalidad al ayudar a evitar sentimientos negativos como la angustia, la agresividad y la ansiedad.

Por ello resulta muy recomendable que tratemos de potenciar en los más pequeños los hábitos de juego fuera del hogar. Una buena forma de hacerlo es acercarse con ellos, desde que son bebés, a los parques infantiles para que se relacionen con otros niños del entorno.

Además, debemos ser conscientes de que el tiempo de ocio es tan importante para el desarrollo de los menores como el que éstos dedican a formarse académicamente, ya que el juego ha sido concebido de manera natural como un momento de aprendizaje y experiencia muy importante para el desarrollo físico y psicológico futuros.

No obstante, no siempre es posible llevar a los niños al campo o al parque para que jueguen y se relacionen. La ajetreada vida moderna exige a los adultos muchas horas diarias que, habitualmente, nos impiden dedicarnos con más atención a nuestros hijos. Sin embargo no debemos olvidar lo importante que es dicha actividad para ellos, por lo que debemos tratar de imponernos una rutina por el bien de los más pequeños y, cuando las circunstancias lo permitan, dejar más autonomía a los menores.

Además, algunas personas cuentan con espacios exteriores en sus hogares que podrían ser aprovechados para el uso de los niños, nunca como sustitutivo del juego en la calle pero si como complemento. Las terrazas amplias y seguras, los patios, los jardines y las fincas de las casas son a menudo olvidados y dejados al margen del disfrute infantil.

Para sacarles mayor partido existen juguetes de diversos tipos, como toboganes, casitas o balancines que nos permiten acondicionar los espacios exteriores de nuestra vivienda para los pequeños de la casa.

En definitiva, hacer que los niños lleven una vida alejada del sedentarismo y el aislamiento social es cosa de los adultos, quienes deben ser conscientes de la importancia que tiene cubrir esta necesidad en el desarrollo posterior de los menores.

Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *