REBORNS DE ENDISA: EL ARTE DEL DETALLE

 

Respiro hondo. La caja es bastante grande, y ocupa un espacio importante en mi diminuto salón. Lo cierto es que esperaba este envío con impaciencia, así que los nervios afloran mientras trato de despegar el precinto. Al final, como siempre, hay que tirar de cutter. Con cuidado, que esos chismes son peligrosos.

Por fin.

La recia caja de cartón deja entrever una gran cantidad de burbujas, entre las cuales asoma el brillo de acetato de las cuidadas cajas con cintas de organza en las que vienen presentados.

Ahí están, envueltos en suaves arrullos de tejido polar.

No he podido evitar pedir ambos, el niño y la niña, pero realmente no me han costado muy caros, así que lo considero una buena compra.

No hace tanto que los reborns eran algo prohibitivo, pero la especialización de la industria juguetera, orientada a un público cada vez más exigente, ha dado como resultado el proceso mixto en la fabricación de este tipo de bebés, en el que se combina el trabajo fabril y el artesanal.

Nunca pensé que compraría un reborn, pero después de haber tenido en la mano el bebé “Kylian” de una amiga, conseguirlo se convirtió en una necesidad.

La sensación fue única: el peso del bebé, la caída de su cabecita, las venitas y rojeces de su pequeño cuerpecito…

Otra cosa que me terminó de convencer fue su expresión serena y soñolienta, como la de los bebés de verdad cuando acaban de tomar el biberón y se encuentran a gusto en nuestro regazo.

Pero la sensación en mis brazos… Ah, eso realmente fue algo único. ¡Y pensar que yo no era para nada de bebés reborn!

Es perfectamente comprensible el furor que desatan estos muñecos, y más teniendo en cuenta que, entre los amantes de los mismos, cada vez más gente se decanta por los de vinilo y proceso mixto, ya que ofrecen las ventajas de los artesanales, sin algunas de sus desventajas, como puede ser la fragilidad de la silicona, que a veces provoca que se desprendan los dedos de manos y pies, o su elevado precio, por ser un trabajo realizado en casas particulares.

Por eso me decidí por estos de vinilo, aunque mi elección de Endisa como “cigüeña” se debió al excelente acabado de sus nuevos bebés “Life like reborn”.

Claro que Endisa no es precisamente nueva en el sector, y eso se nota.

En 1965 se fundó esta empresa de Onil, y desde entonces ha dado vida a muñecas de alta calidad con reconocimiento nacional e internacional.

La pasada campaña navideña, sin ir más lejos, en esta fábrica tradicional colivenca se vieron desbordados por la demanda de sus creaciones, de las que se hicieron pedidos en media Europa. Uno de los productos estrella fue Charlotte. El otro, estos bebés que han conquistado a los coleccionistas y amantes de los reborns más exigentes.

Kylian y Alexandria fueron concebidos en la mente de una diseñadora, la cual puso su idea en manos de un escultor, quien fue el encargado de dar forma a su idea. A partir de esa escultura, se realizaría el molde de la cabecita, brazos y piernas.

Una vez sacado el vinilo, comenzó el proceso artesanal; de la habilidad de auténticos artistas, comenzaron a surgir los detalles como las venitas, las rojeces, los moquitos… La ropa, auténtica de bebé, tiene también todos los detalles.

Especialmente llamativo resulta ver los dedos de manos y pies de estas pequeñas bellezas; ¡Es imposible distinguirlos de los de un bebé de verdad!

Fue así como esta parejita vio la luz en septiembre de 2018, y la respuesta del público ha sido más que favorable.

Endisa vuelve a demostrar, una vez más, que su más de medio siglo de andadura no es producto de la casualidad. Su éxito es consecuencia directa del trabajo duro, la creatividad y, muy especialmente, la ilusión y el mimo con el que trabajan, y que se refleja en obras maestras como estos preciosos reborns.

Bravo por ellos.

Marian D.

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