Cuentos – Mundo Diversal https://www.mundodiversal.es/fr Muñecas, Disfraces, Juguetes, Peluches, Puericultura, Miniaturas Thu, 19 Feb 2015 10:24:15 +0000 fr-FR hourly 1 Freddy descubre la importancia de la amistad https://www.mundodiversal.es/fr/freddy-descubre-la-importancia-de-la-amistad/ https://www.mundodiversal.es/fr/freddy-descubre-la-importancia-de-la-amistad/#comments Thu, 19 Feb 2015 09:25:46 +0000 https://www.mundodiversal.es/?p=8784 Freddy descubre la importancia de la amistad Freddy vivía en la charca desde siempre. Cuando sólo era un renacuajo nadaba sin parar junto a sus hermanos y amigos de un lado a otro, siempre en movimiento. Sin embargo, con el correr de las semanas el renacuajo Freddy fue convirtiéndose en una rana. Freddy había sido

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Freddy descubre la importancia de la amistad

Freddy vivía en la charca desde siempre. Cuando sólo era un renacuajo nadaba sin parar junto a sus hermanos y amigos de un lado a otro, siempre en movimiento. Sin embargo, con el correr de las semanas el renacuajo Freddy fue convirtiéndose en una rana.

Freddy había sido el renacuajo más inquieto y ahora que era una rana y podía por fin salir fuera del agua, sus ganas de conocer el mundo se habían multiplicado. La rana Freddy quería verlo todo, ir a todos los sitios, conocer que había más allá de los confines de la charca en que vivía.

Pero los padres de Freddy no estaban de acuerdo con su idea de salir a explorar y le decían que tenía que esperar a ser mayor para recorrer el mundo. Los amigos de Freddy también le decían que tenía que ser paciente, que cuando fueran mayores todos juntos podrían ir a conocer el mundo.

Pero Freddy no estaba dispuesto a esperar y una noche mientras todos creían que estaba durmiendo, saltó a tierra firme y se dispuso a explorar lo que había más allá de la charca.

Fuera del agua era de noche y hacía frío. Freddy sintió entonces la tentación de volver a casa y hacer caso a sus padres y amigos, pero decidió que no podía ser un cobarde y siguió adelante.

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Mientras saltaba por la hierba dejando la charca atrás, se encontró con unos curiosos y cantarines animales que le dijeron que eran grillos. Freddy se quedó un rato escuchando y mientras seguía con sus ancas el ritmo de la música de los grillos, se percató que en la copa de los árboles más altos había algo que no había visto nunca.

-Son nidos- le dijo uno de los grillos cantarines – allí viven las garzas.

Una de las aves salió volando entonces de su nido y Freddy pudo observar la gran belleza de ese animal. Mientras admiraba a la garza, los grillos salieron huyendo espantados, Freddy no sabía que pasaba, pero de repente tenía mucho miedo.

-Psssst, psst, eh tú, ranita- desde el cielo le hablaba la bella garza a la que había estado observando. – ¡Corre a esconderte o la serpiente te devorará!

Freddy no sabía que era una serpiente, pero se metió corriendo debajo de una piedra. Apareció entonces por allí un animal largo que reptaba por el suelo y que sacaba constantemente la lengua.

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La pequeña rana supuso que aquello era la serpiente y supo de inmediato que estaba en gran peligro. Cuando la serpiente estaba a punto de encontrar el escondite de Freddy, un pequeño ratón salió corriendo de su escondite y la serpiente decidió intentar capturarlo.

Freddy sabía que aquello era un ratón porque sus padres le habían hablado de esos pequeños y peludos animales. Parecían simpáticos y Freddy sabía que eran lo suficientemente listos como para no dejarse atrapar por una serpiente.

Hacía mucho rato que había abandonado la charca y mientras esperaba a que se le pasara el susto de la serpiente, observó como el sol comenzaba a salir. –Esto debe ser el amanecer – pensó Freddy, a quien sus amigos habían hablado de ese bonito fenómeno.

Al recordar a sus padres y sus amigos, la pequeña ranita se dio cuenta que aunque había visto y oído cosas espectaculares, no tenía nadie con quien compartirlas. Freddy se dio cuenta entonces que los buenos momentos es mejor compartirlos con los amigos y la familia, así que decidió dejar la exploración hasta que fuera mayor y volvió al lago a contarles a todos su aventura. Pidiendo primero perdón por haber desobedecido a sus padres.

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El saltamontes viajero y Tom que odiaba los cambios https://www.mundodiversal.es/fr/el-saltamontes-viajero-y-tom-que-odiaba-los-cambios/ https://www.mundodiversal.es/fr/el-saltamontes-viajero-y-tom-que-odiaba-los-cambios/#comments Tue, 02 Dec 2014 09:00:38 +0000 https://www.mundodiversal.es/?p=8006 El saltamontes viajero y Tom que odiaba los cambios (cuento sobre viajes) Tom era un pequeño conejo que nunca había salido de su pequeño pueblo. Tom era joven e inteligente, pero su forma de ser hacía que odiara los cambios. No importaba la magnitud del cambio: cada vez que algo a su alrededor cambiaba, podía

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El saltamontes viajero y Tom que odiaba los cambios

(cuento sobre viajes)

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Tom era un pequeño conejo que nunca había salido de su pequeño pueblo. Tom era joven e inteligente, pero su forma de ser hacía que odiara los cambios. No importaba la magnitud del cambio: cada vez que algo a su alrededor cambiaba, podía pasarse semanas enteras sin dormir bien, temeroso de que su vida acabara patas arriba. Una vez, cuando su madre decidió prepararle tostadas con mermelada en vez de mantequilla… se puso tan nervioso que acabó saliendo de casa sin desayunar. Y es que para las personas que odian los cambios, cualquier pequeña cosa puede convertirse en una GRAN cosa.

Mientras que sus compañeros y amigos iban abandonando poco a poco sus madrigueras, Tom no se veía capaz de dejar atrás su pequeño mundo, con sus padres y hermanos a los que quería y adoraba. Tampoco quería dejar su habitación, con esa cama hecha con ramas, que era cálida y tenía incluso su forma.

Pero un día pasó algo inesperado. Era un día soleado y tranquilo, había salido a dar un paseo y un saltamontes le barrió el paso. Asustado, Tom dio un paso hacia atrás, y se encontró cara a cara con alguien desconocido, ¿cómo había llegado allí? El saltamontes le miraba con sus enormes ojos negros, y cargaba con él una enorme mochila que parecía muy pesada.


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-¡Hola muchacho!- exclamó el saltamontes, observándolo con atención-.¿Me podría decir dónde puedo encontrar una posada para pasar la noche?– en un primer momento, Tom se quedó callado, observando el aspecto desgarbado del saltamontes.- No tengo todo el día, vengo de muy lejos y estoy cansado.

Si sigue todo recto encontrará un pequeño hostal -dijo al fin Tom, saliendo de su estupor-.¿De dónde viene sr. Saltamontes?– peguntó con curiosidad.

Vengo de un país muy lejano, donde durante seis meses no se pone nunca el sol, donde las flores son tan grandes que parecen tan lejanas como el cielo, donde las mariposas parecen ninfas hechiceras. Del Norte hijo, vengo del Norte.

-¡Pero eso está muy lejos!- exclamó Tom, sorprendido. Ahora entendía el aspecto cansado y destartalado del pobre Saltamontes.

Soy un Saltamontes viajero. Desde que me independicé de casa, voy de pueblo en pueblo, conociendo nuevas formas de vida, viendo mundo.

Tom lo miró sin comprender, llamando la atención del viejo saltamontes, que menos de marchar hacia la dirección indicada, se quitó la maleta, rascándose la barbilla.

-¿Te pasa algo muchacho?

No…- murmuró Tom, inquieto-. Es solo que no entiendo como alguien puede viajar tanto sin cansarse. Los cambios, dejan tu vida patas arriba.

-¿No te gustan los cambio? ¿Nunca has pensado en marchar y ver mundo?- inquirió el saltamontes con los ojos brillantes.-¿Te imaginas levantarte el resto de tu vida viendo como cada día es exactamente igual que el anterior?¿Sin aprender nada? Los cambios te enseñan a vivir. Viajar es vivir.

Tras decir esto, el saltamontes se fue, dejando a Tom solo y pensativo. Aquél día, Tom no fue a dar una vuelta por el río como todas las mañanas. Regresó a casa y se quedó en su habitación mirando la pared, allí donde colgaban las fotos y postales que sus amigos le habían enviado al largo de sus viajes, ¿y si se había equivocado al ser tan rígido en su vida?

Aquella noche tomó una decisión. Llenó la mochila hasta arriba del todo, y se fue de casa dejando una pequeña nota sobre la mesa, una nota que pocos minutos después leería su madre con el rostro lleno de orgullo:

« Me voy de viaje, me voy a vivir.

Tom »

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La Magia de la Navidad – Cuento https://www.mundodiversal.es/fr/la-magia-de-la-navidad-cuento/ https://www.mundodiversal.es/fr/la-magia-de-la-navidad-cuento/#respond Tue, 11 Nov 2014 19:30:48 +0000 https://www.mundodiversal.es/?p=7763 La Magia de la Navidad Había una vez en un lugar escondido en el polo Norte una pequeña casa mágica. Por fuera parecía destartalada, una casa abandonada que ahuyentaba a los curiosos. Por dentro, sin embargo, escondía muchos secretos. Y es que más allá de su aspecto antiguo esta casa escondía un gran secreto: era

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La Magia de la Navidad

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Había una vez en un lugar escondido en el polo Norte una pequeña casa mágica. Por fuera parecía destartalada, una casa abandonada que ahuyentaba a los curiosos. Por dentro, sin embargo, escondía muchos secretos. Y es que más allá de su aspecto antiguo esta casa escondía un gran secreto: era la casa de Papá Noel. La magia actúa así: esconde las cosas de una forma inexplicable. De allí a que tras la puerta de una casa como aquella pudiera esconderse la juguetería más grande del mundo. Muñecos, bicicletas, videoconsolas y monopatines se construían día tras día en su fábrica. Unos duendes pequeños y regordetes, de nariz puntiaguda, trabajan en ella, sin descanso. Aunque lo hacían todo el año, intensificaban su jornada laboral en Diciembre, a partir de la llegada de la primera carta de Navidad.

Pero si había un momento en el que el trabajo se convertía en una odisea, era la noche antes de Navidad. Durante horas y horas los duendes se encargaban de llenar el saco mágico de Papa Noel, capaz de contener millones de regalos. Se trataba de un trabajo muy cansado, pero valía la pena, sobre todo cuando al día siguiente veían la cara ilusionada de los niños abriendo sus regalos- ¡y es que una de las cosas que muchos niños no saben es que los duendes tienen un televisor mágico que les permite ver ese momento!-.

Para Jonás, uno de los duendes más jóvenes de la fábrica, no había mejor día que aquél. Le encantaba acumular los regalos dentro del saco, aunque lo que más le gustaba era el momento antes de que Papá Noel partiera. Era un momento muy emocionante. La centena de duendes iban a despedirlo y él, siempre escogía a uno de ellos para acompañarlo. Jonás vivía ese momento con nervios y soñaba el día en que Papa Noel fijara su vista en él y se lo llevara a ver mundo encima de su gran trineo volador.

Pero aquella Navidad, fue una decepción más. Papá Noel los observó con detenimiento y señaló a uno de los duendes más experimentados. Jonás solo llevaba diez navidades sobre sus espaldas y sabía que era difícil que su momento llegara tan pronto, no obstante, estaba decepcionado. Sabía que trabajaba mucho, el que más. Pero Papa Noel nunca reparaba en él por su falta de experiencia. Aquél día, al contrario que otros años, no se quedó en la sala comuna con el resto para hablar y comer las galletas de jengibre de la señora Noel. Aquél día Jonás regresó a la fábrica, dispuesto a hacer un poco de limpieza antes de empezar a preparar el siguiente año.

Limpió y limpió, tiró goma quemada, juguetes rotos y se deshizo del polvo. Y prosiguió con el sótano, ordenando materiales y cajas llenas a rebosar. En un momento dado, una de las cajas resbaló de sus manos y cayó al suelo, esparciéndose todo por completo. Enfadado consigo mismo, por ser tan manazas, recogió su contenido, pero algo llamó su atención. Dentro de esa caja había una cajita alargada, más pequeña, de color rojo, con un lazo enorme en la parte superior. En el lazo ponía un nombre: Marie.

Inquieto, Jonás dejó la caja sin recoger en el suelo y cogió aquél regalo para llevarlo a la habitación de los regalos perdidos, que era el lugar donde llevaban los regalos que se extraviaban. En esa habitación había una pequeña báscula que, tras colocar el regalo, encendía un proyector que se iluminaba en la pared. En ese proyector se podía ver el destinatario del regalo, y su dirección. Curioso, Jonás colocó el muñeco en la báscula y esperó. En pocos segundos en la pared apareció una niña de cabellos rizados, (tenía que ser Marie, se dijo) y una dirección: una callejuela de Londres. Pero lo que más llamó su atención no fue todo esa información, sino el año que apareció a continuación: ese regalo esperaba llegar a su destino más de 55 años.

Jonás no pudo evitar pensar en Laura de niña, buscando su regalo debajo del árbol. Se preguntó sí, después de aquello, la muchacha había dejado de perder en la magia. Su inquietud fue creciendo, y con el regalo en las manos, empezó a correr y correr, escaleras arriba. Cuando salió al exterior, Papá Noel ya estaba sentado en el trineo, con los renos preparados, dispuesto a irse. Blandiendo la caja de color rojo, chilló su nombre que retumbó con eco entre el valle nevado.

Papá Noel le miró sorprendido. A su lado, el duende que lo acompañaba, lo observaba con el ceño fruncido, molesto por la interrupción. Pero Jonás, no se dejó amedrentar, alzó el regalo y se lo mostró a Papá Noel, decidido. Y le contó su historia. Habló de Marie. Habló de los años que habían transcurrido, de cómo se imaginaba a Marie esperando año tras año un regalo que nunca llegaría.

-¡Tenéis que devolverle la Navidad a Marie!- dijo al fin, sintiendo como la nariz se le congelaba por el frío. Y es que Jonás había salido a toda prisa, ¡sin ni siquiera abrigarse!

Tras unos segundos de reflexión, Papá Noel, se rascó la barbilla, le miró por debajo de sus gafas y dijo, dibujando una sonrisa en los labios:

– Coge ropa de abrigo, Jonás. Hoy tenemos un regalo muy especial para repartir.

Y así es como Jonás consiguió por primera vez ser ayudante de Papá Noel.

Aunque lo más importante no fue eso, sino el rostro de emoción y alegría de la vieja Marie, acompañada de sus nietos, descubriendo un regalo muy especial debajo del árbol. Una muñeca de trapo que de pequeña había deseado con locura.

Y es que la magia de la navidad es así: imprevisible.

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Por Favor – Cuento https://www.mundodiversal.es/fr/por-favor-cuento/ https://www.mundodiversal.es/fr/por-favor-cuento/#respond Mon, 07 Jul 2014 10:24:53 +0000 https://www.mundodiversal.es/?p=6850 Muchas veces los niños aprenden buenos modales (con ayuda de sus hermanos y hermanas). Érase una vez una palabra diminuta llamada « Porfavor » que vivía en la boca de un niño. Los porfavores viven en la boca de todo el mundo, aunque a veces la gente se olvida de que están allí. Para que los porfavores

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Muchas veces los niños aprenden buenos modales (con ayuda de sus hermanos y hermanas).

Érase una vez una palabra diminuta llamada « Porfavor » que vivía en la boca de un niño. Los porfavores viven en la boca de todo el mundo, aunque a veces la gente se olvida de que están allí.

Para que los porfavores estén sanos y felices, deben salir a menudo de la boca para tomar aire. Son como los peces en una pecera, que suben a la superficie del agua para respirar.

El Porfavor del que os voy a hablar vivía en la boca de un niño llamado Pedro. Pero eran contadas las veces que tenía la oportunidad de salir. Porque Pedro, lamento decirlo, era un niño muy grosero y casi nunca se acordaba de decir « Por Favor ».

-¡Dame pan! ¡Pásame el agua! ¡Quiero ese libro! – así era como pedía las cosas.

Sus padres y hermanos estaban muy disgustados con él. Y el pobre Porfavor se pasaba los días sentado en la boca del niño esperando la oportunidad de salir mientras se debilitaba más y más.

Pedro tenía un hermano, Jorge. Jorge era mayor que Pedro, contaba casi diez años, y era tan educado como grosero era su hermano. Así que su Porfavor disponía de mucho aire y era fuerte y feliz.

Un día durante el desayuno, el Porfavor de Pedro sintió que debía salir a tomar aire fresco aunque tuviera que escapar. Así que huyó fuera de la boca de Pedro e inspiró profundamente. Entonces echó a correr por la mesa y saltó dentro de la boca de Jorge.

El Porfavor que vivía allí se enfado muchísimo.

-¡Fuera! -gritó-. ¡Éste no es tu sitio! ¡Es mi boca!

-Ya lo sé -contestó e Porfavor de Pedro-. Yo vivo allí, en la boca de su hermano. Pero me siento muy desdichado porque no me usa nunca. ¡No puedo respirar aire fresco! He pensado que quizá serías tan amable de dejarme quedarme aquí un día o dos, hasta que me sienta más fuerte.

-Claro, por supuesto -contestó el otro Porfavor, comprensivo-. Me hago cargo. Quédate si quieres, y cuando mi dueño me utilice saldremos los dos juntos. Es muy cortés y no creo que le importe decir « por favor » dos veces. Quédate tanto tiempo como quieras.

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Esa noche, al a hora de cenar, Jorge quería mantequilla y dijo:

-Papá, ¿Me pasas la mantequilla, por favor –  por favor?

-Claro -contestó su padre-. Pero ¿No eres demasiado educado?

Jorge no respondió. Se había vuelto a su madre y le dijo:

-Mamá, ¿me das un panecillo, por favor –  por favor?

Su madre se rió.

-Te daré el panecillo, cariño. Pero ¿por qué dices « por favor » dos veces?

-No lo sé – respondió Jorge-.  Es como si las palabras salieran solas. Clara por favor – por favor ¿Puedes acercarme el agua?

-Bueno, bueno -comentó su padre-. No hay ningún mal en que este mundo se empleen muchos « porfavores ».

Mientras tanto, el pequeño Pedro había pedido:

-¡Dame un huevo! ¡Quiero leche! ¡Pásame la cuchara! -tan groseramente como era habitual.

Pero de pronto calló y escucho a su hermano. Pensó que sería divertido hablar como lo hacía Jorge, y lo intentó:

-Mamá, ¿me das un panecillo, mmm?

Intentaba decir « por favor », pero no podía. Nunca podría imaginar que su pequeño « Porfavor » estaba sentado en la boca de Jorge. Así que volvió a intentarlo y pidió la mantequilla:

-Mamá, ¿me acercas la mantequilla, mmm?

Eso fue todo lo que pudo decir.

Así pasó el día. Todo el mundo se preguntaba qué les pasaba a los dos niños. Al llegar la noche, estaban tan cansados y Pedro se sentía tan contrariado que su madre les mandó a la cama muy temprano.

A la mañana siguiente, tan pronto como se sentaron a la mesa, el Porfavor de Pedro volvió de nuevo a su casa. había tomado tanto aire fresco el día anterior que se sentía fuerte y feliz. Y no tardó en volver a refrescarse porque Pedro dijo:

-Papá, ¿me pelas la naranja, por favor?

¡Caramba! La palabra salió con una facilidad sorprendente. Sonó tan bien como cuando la usaba Jorge. Esa mañana, Jorge pronunciaba un solo « porfavor ». Y desde aquel día, el pequeño Pedro fue tan educado como su hermano.

Alicia Aspinwall

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Las Fábulas y Cuentos que más enseñan https://www.mundodiversal.es/fr/las-fabulas-y-cuentos-que-mas-ensenan/ https://www.mundodiversal.es/fr/las-fabulas-y-cuentos-que-mas-ensenan/#respond Tue, 17 Jun 2014 12:32:04 +0000 https://www.mundodiversal.es/?p=6704 Decía Aristóteles que el amigo de la sabiduría es también amigo de los mitos. Los cuentos infantiles, mitos, leyendas, fábulas y en general las narraciones de todo tipo no nos enseñan cómo es el mundo a la manera de un reportaje periodístico o un estudio científico, pero sí cómo lo percibimos y, sobre todo, cómo manejarnos en

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Decía Aristóteles que el amigo de la sabiduría es también amigo de los mitos. Los cuentos infantiles, mitos, leyendas, fábulas y en general las narraciones de todo tipo no nos enseñan cómo es el mundo a la manera de un reportaje periodístico o un estudio científico, pero sí cómo lo percibimos y, sobre todo, cómo manejarnos en él. Naturalmente lo importante de todas estas historias es que sean divertidas y nos dejen con la boca abierta durante un rato, lo que ocurre es que algunas además nos proporcionan modelos de comportamiento y nos ayudan con su ejemplo a comprender esta vida tan enrevesada. Para seleccionar y explicar las mejores nos hemos basado tanto en nuestra propia experiencia como en la del comité de sabios de entre tres y diez años de edad que hemos convocado, que son los que han terminado haciendo las observaciones más sensatas… aunque al ser preguntados a veces les ocurra como a Irene, de diez años: «he aprendido algo, pero no sé muy bien qué». Así son las grandes historias, siembran algo dentro de nosotros aunque no sepamos explicarlo.

Los tres cerditos

Aquí estamos ante uno de los cuentos estrella en muchos países y generación tras generación. A los niños les gusta especialmente que contenga frases que ellos puedan repetir, como «¿Quién teme al lobo feroz?» y «soplaré y soplaré y tu casa derribaré» y sobre todo los gestos, con momentos cumbre como el del lobo soplando o cuando finalmente se quema el trasero al bajar por la chimenea. Es un cuento que probablemente nunca contaron a Calatrava, aunque su moraleja vaya mucho más allá de la importancia de emplear buenos materiales de construcción: nos habla de la importancia del trabajo, de buscar objetivos a largo plazo y de aplazar la recompensa. La capacidad de renunciar a la gratificación inmediata es uno de los pilares de la civilización y ha sido objeto de innumerables estudios como el Experimento del Malvavisco de Standford, que vincula la capacidad de un niño de resistir la tentación con el éxito académico y laboral que tendrá de adulto. Aunque Lucas, de tres años, extrae de ese cuento la conclusión probablemente más acertada que pueda hacerse: de mayor quiere ser lobo.

Pedro y el lobo

Hay historias que nos cuentan de niños y que de adultos deberían seguir repitiéndonos semanalmente como una especie de gimnasia mental a ver si el concepto se nos va asentando bien dentro del magín. Este es el antídoto por excelencia contra la demagogia y el sensacionalismo. Véase por ejemplo con términos como «fascismo», «terrorismo», «machismo», «racismo» o cualquier otro que sirva para meterle el dedo en el ojo a los demás. Se usan de forma tan indiscriminada que acaban desgastándose, se diluye su significado y finalmente cuando el lobo aparece ante nuestros ojos ya no hay una palabra con la que alertar al resto. Pablo, de tres años, define este cuento como «caca de perro». Pero como usa esa expresión como respuesta para todo entonces quizá es que va un paso más allá, ha entendido mejor que nadie la idea y está enseñándonos cómo «caca de perro» termina perdiendo su significado si se utiliza en exceso.

Caperucita Roja

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Y seguimos con los lobos, personajes estrella en toda narración infantil que se precie, aunque como especifica Irene los de los cuentos ya no le dan miedo, solo los de verdad. A Mario, de seis años, este cuento le indigna, «¡¡¡PERO POR QUÉ VA POR AHÍ SI YA SABE QUE HAY UN LOBO!!!» mientras que Enmanuel, de diez años, ha sabido extraer la moraleja: «es una historia que nos enseña a no ir con desconocidos». Poco más podemos añadir entonces, salvo nuestra extrañeza ante los lobos de los cuentos como caperucita roja o el de los siete cabritillos, que tienen unos hábitos alimenticios propios de las boas constrictor. Hay que masticar bien lo que se come.

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La zorra y las uvas

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Mario zanja esta fábula de Esopo con un «pero a los zorros les gustan las uvas o qué». Visto así nos estropea cualquier moraleja, pero si salvamos este escollo aceptando zorra como devoradora de dicho fruto, entonces lo que tenemos es una descripción de gran agudeza del comportamiento humano. Pues si algo nos insisten infinidad de estudios psicológicos es que nos comportamos como esta zorra una y otra vez, racionalizando a posteriori nuestras elecciones (que a menudo de elecciones tienen poco) como si hubieran sido fruto de una deliberación previa. Nos gusta vernos como agentes libres y racionales y no como barquichuelas agitadas de aquí a allá por las circunstancias externas o por nuestros impulsos internos.

El nuevo traje del emperador

Otro cuento que se debería enseñar en las escuelas si lo que se quiere es formar ciudadanos libres. Repetimos el discurso que está socialmente aceptado, lo que creemos que hay que decir para no quedarnos excluidos del grupo, aunque nuestros ojos nos digan otra cosa, ¡qué sabrán ellos! Luego pasa lo que pasa, porque las ilusiones de masas no suelen traer nada bueno. Y cuando alguien por fin se atreve a decir la verdad, el encanto se rompe en mil pedazos. Iago, de ocho años, ha sabido quedarse con la idea fundamental, expresándola con sus propias palabras: «Esto nos enseña que no hay que dejarse engañar. Si alguien me dijera que tiene un cromo especial pero invisible nunca me lo creería y me daría cuenta de que se ha leído el cuento más de cincuenta veces».

La cigarra y la hormiga

Otra fábula de Esopo que al igual que el cuento de los tres cerditos nos enseña la importancia del trabajo y de buscar el beneficio a largo plazo. También ha sido utilizada frecuentemente para reivindicar discursos de tendencia liberal, por lo que en más de uno genera suspicacias pues el papel de cigarras sin trabajo nos puede resultar impuesto y la hormiguita será trabajadora pero piadosa ya no tanto. En cualquier caso un cuento abierto a interpretaciones. Por su parte Mario, que como estamos viendo no deja pasar ni una, opina simplemente que la cigarra es gilipollas.

El cuento de la lechera

El cisne negro es un celebrado libro publicado en el año 2007 del filósofo e inversor en bolsa Nassim Nicholas Taleb, en el que dejaba caer cosas como esta: «la institución Fanny Mae se me antoja que está asentada en un barril de dinamita, vulnerable al menor contratiempo. Pero no hay por qué preocuparse: su numeroso personal científico considera que esos sucesos son improbables». La idea recurrente a lo largo de la obra es que el futuro es imprevisible y a menudo nos encontraremos contratiempos que no podemos prever pero que resultarán decisivos, para bien o para mal. Básicamente eso, pero con otras palabras, es lo que nos dice el cuento de la lechera. Tengámoslo en cuenta al hacer planes.

El patito feo

Cuántos niños habrán tenido que llevar brackets, o gafas de culo de vaso o tendrían orejas de soplillo, o cargarían con cualquier otra característica física, social o psicológica que les hiciera sentirse diferentes al resto, objeto de desprecio y con la autoestima por los suelos. En muchos casos llega la adolescencia y la cosa se pone aún peor: con una pierna creciendo más que la otra, la cara cubriéndose de acné o cualquier otra broma macabra que la vida parece querer gastarnos precisamente cuando uno no tiene la madurez y entereza necesarias para reírse de ellas. Y entonces recordamos el cuento de Hans Christian Andersen y recobramos la esperanza. Luego es cierto que no siempre acaba uno convirtiéndose en cisne y a menudo se queda más bien en gallina clueca, pero mientras todo el mundo tenga su pedacito de dignidad bien estará.

Pinocho

Iñigo, de siete años, lo describe con cierto dramatismo: «si mientes te pueden pasar cosas fatales». Y efectivamente no es para menos, al lado de la versión original de las aventuras de Pinocho la película 12 años de esclavitud es un entrañable relato sobre la convivencia interracial a la que solo faltarían risas enlatadas. ¿Como es posible que un cuento para niños contenga escenas así? Con el protagonista perseguido por dos malvados que «le sacudieron dos cuchilladas entre los riñones. Pero el muñeco, para su suerte, estaba hecho de una madera muy dura» y acto seguido decidieron ahorcarle, dejándolo ahí solo, hasta que tras una agonía de más de tres horas:

Poco a poco se le empañaron los ojos; y aunque sintiera acercarse la muerte, seguía esperando que de un momento a otro pasara un alma caritativa y lo ayudara. Pero, cuando, espera que te espera, vio que no aparecía nadie, absolutamente nadie, entonces le volvió a la mente su pobre padre… y balbuceó casi moribundo:

–¡Padre mío! ¡Si estuvieras aquí!…

Y no tuvo aliento para decir más. Cerró los ojos, abrió la boca, estiró las piernas y, dando una gran sacudida, se quedó allí como aterido.

Luego el cuento sigue con el protagonista resucitado, pero qué mal rato, oiga. Nos ha quedado claro que no hay que mentir.

Cars

Pixar a estas alturas ya se ha ganado un puesto entre los clásicos, quizá dentro de varias décadas o siglos no existan coches, pero Cars merecerá seguir viéndose. Rayo McQueen es adorado por millones de niños, que si tuvieran que escoger entre perder su coche de juguete o a su abuelita, se quedarían pensando un rato. La historia que nos cuenta es un hermoso canto a la amistad, que antepone incluso a ganar. Lo que no está mal en un país con esa costumbre tan extendida —y tan desconcertante, por la seriedad con que parecen tomársela—de dividir a las personas en dos categorías: ganadores y perdedores. Cuando al final de lo que se trata es de ser feliz.

Buscando a Nemo

Nemo es un pez que tiene una aleta atrofiada pero no por ello es menos que nadie y vive toda clase de aventuras en esta otra gran película de Pixar. A Wilfrid, de cinco años, le da miedo porque salen tiburones, pero eso se debe a que es muy pequeño y resulta fácilmente impresionable. A los que somos más mayores el personaje que realmente nos aterroriza es el dentista.

Otras

Sería imposible reunir aquí todos los cuentos, fábulas, películas o dibujos animados que significaron algo para quien los vio, que sirvieron de ejemplo de una forma u otra. En nuestro pequeño estudio de campo las respuestas han sido muy variadas y la mayoría han quedado fuera por este motivo. Pero no nos gustaría terminar sin incluir algunas. A Alloa, de diez años ( la misma edad que los siguientes) le encantó Monstruos S.A. «porque te enseña que tienes que asustar a la gente». Di que sí, hay que hacerse respetar. A Alejandro lo que le gusta deTransformers es que te enseña que hay que proteger a los humanos y Antonio se queda con Naruto porque le mola y punto, igual que a Ricardo Spiderman. A Noelia le impactó La nave fantástica «porque es de fantasía a la vez que habla de hechos que podrían ser verdad y es para niños». Cristina elige Rapunzel porque tiene el pelo largo, mientras que a Natalia y Ainhoa la historia que más les gusta es Romeo y Julieta «porque es de amor verdadero». Y por último, Alba tiene predilección por Ocho apellidos vascos ya que nos enseña que «en el amor no hace falta ser de la misma cultura».

Nuestro especial agradecimiento a la profesora de primaria Neila López por su colaboración.

Fuente

pinyponcuento

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