LOS MÁRTIRES DE VALDECUNA

MIERES, ASTURIAS, 27 DE SEPTIEMBRE

Van subiendo los mozos
con los corderos al hombro
sube la gente contenta a la fiesta del patrono
Sube la neña que estrena
zapatos, novio y un bolso
y todo el verde del valle se refleja en el arroyo

Y la gente por el prado
no dejará de bailar
mientras se escuche una gaita
o haya sidra en el lagar.

Ya cantaba a esta famosa fiesta asturiana el cantautor Victor Manuel allá por los años sesenta, momento en el cual fue declarada de Interés Turístico Nacional (1969).

La Romería de los Santos Mártires de Valdecuna representa una de las más célebres y características romerías asturianas. En el Principado de Asturias las romerías constituyen posiblemente el máximo exponente de las fiestas populares y tradicionales.

 

Se trata de festividades con un origen religioso que han sabido ir manteniendo con el paso del tiempo, combinándolas de un modo excelente con divertimentos de corte profano.

La sidra, protagonista indiscutible de las mismas, fluye durante todo el día acompañada de platos típicos como los bollos preñaos (bollos rellenos de chorizo y lacón), las empanadas o les casadielles, dulce típico asturiano elaborado con una masa de harina de trigo que se rellena de una mezcla de nueces, azúcar y anís.

 

Suelen comenzar por la mañana, cuando las gentes de los pueblos de la zona se dirigen a pie hasta la ermita donde se venera a los santos o a la virgen. Una vez celebrada la misa o, en algunos casos, antes incluso de que comience, la muchedumbre va ocupando diversos lugares en el prado adyacente a la misma, donde es tradición celebrar una comida campestre que se extenderá hasta la tarde.

 

En el caso de los Mártires de Valdecuna, Cose y Damián, la hermita se ubica en la parroquia de Valdecuna, hermoso paraje enclavado dentro del concejo de Mieres. Construída en el siglo XVII, se dice que en su interior reposan las reliquias de San Cosme y San Damián, médicos martirizados en la ciudad de Egeas, a orillas del Mediterráneo. La tradición nos cuenta que ambos hermanos fueron torturados, quemados vivos y decapitados por orden de Diocleciano en el siglo IV.

Con el paso del tiempo sus restos fueron venerados cada vez por un número mayor de cristianos, quienes consideraban que estas podían realizar curaciones milagrosas.

 

De algún modo, algunos de estos restos llegaron al valle de Cuna y fueron custodiados en el santuario, a donde muchos fieles aún acuden en busca de curación para sus dolencias.

 

Hoy en día la fiesta ha trascendido los límites tanto de la devoción religiosa como del propio valle de Cuna, convirtiéndose en fiesta local en todo el municipio mierense. Se puede consultar el programa en la página del Ayuntamiento de Mieres.

 

Por Rodrigo Fernández

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