AGOSTO, ESA SENSACIÓN

Adivinanza: ¿Qué tiene sólo seis letras y comprende un mundo de sensaciones, luz, agua y risas?

Tic tac, tic tac…

Claro, hablamos del verano, y más concretamente de agosto, dos palabras que con sólo mencionarlas nos transportan a un estado de ánimo muy concreto.

El verano se halla en su cénit a principios de agosto, cuando es imposible encontrar un chiringuito vacío, un hueco para la sombrilla o una fiambrera sin su tortilla de patatas.

Es un ritual que se repite cada año: la peregrinación hacia lugares de asueto en los que el acto de olvidarnos de la cotidianeidad se produce de la misma manera que la migración de las aves o el florecer de las amapolas. Y es que hay cosas que, a fuerza de repetirse, la humanidad ha convertido en casi parte de la naturaleza.

Agosto es como el estallido de la vida misma; ruidoso, cegador, apabullante y efímero. Nos convierte a todos en un tanto indolentes, siesteros, fiesteros, relajados y hasta pasotas.

Diríase que mudamos la piel -de modo literal en esos casos en los que olvidamos la protección solar- y nos convertimos en otras personas.

 

PERTRECHOS DE VERANO

Agosto viene a desempeñar el papel de clímax del año; todo lo que le rodea es cuesta arriba o cuesta abajo (según se mire) y, para desplegar todos sus encantos, viene acompañado de accesorios inconfundibles y llamativos.

Pertenecen al imperio de este mes, que honra al césar Octavio Augusto, imprescindibles como las sombrillas, las sillas plegables, las toallas coloridas y los balones hinchables.

Claro que, a lo largo del tiempo, estos objetos han ido evolucionando -por suerte para nosotros- y las sillas ya no son tan pesadas, las sombrillas nos protegen de las radiaciones UVA y las que antaño fueran incómodas cargas son ahora fácilmente transportadas sobre un artilugio que ha venido a evitar dolores de espalda y caravanas de porteadores familiares.

Hablamos del carrito portasillas, un nombre que se le queda pequeño, pues además de las sillas, nos permite poner neveras llenas de bebidas y fruta fresca, entre otros objetos, tales como bolsas con toallas, sombrillas colgando de sus fundas… Lo que sea que llevemos habitualmente. Además, ahora pueden adquirirse en aluminio o en acero, a elegir.

Por si fuera poco, este práctico invento se transforma en mesa, con lo cual nos ahorramos cargar con ella. A fin de cuentas, un día de playa sin sandía ni filetes empanados no es un día de playa completo.

 

PENSANDO EN LOS MÁS PEQUEÑOS

El verano es una época especialmente festejada por los niños, que se ven libres de ese exceso de prendas que limitan sus movimientos, y pueden sacar a la calle o al parque esos juguetes que no se les permite utilizar en casa, tales como balones o patines.

Son juegos ideales para hacer ejercicio, y debemos aprovechar los días de calor precisamente para fomentar en ellos ese buen hábito, el de correr, saltar, disfrutar en libertad e interactuar con otros niños.

Y es que, las consolas y juguetes electrónicos están bien como opción, pero no deben ser sino una alternativa entre un ramillete mucho más amplio, como juegos educativos, libros y, por supuesto, juguetes para disfrutar al aire libre.

JUGUETES DE AGUA

Los juguetes que implican lanzamiento de agua, globos, burbujas, etc., suelen estar prohibidos en casa por razones obvias; por muy permisivos que podamos llegar a ser con nuestros hijos, lo cierto es que nadie quiere ver mojados sus muebles y libros, o resbalarse por el pasillo de la casa.

Tal vez por eso este tipo de juguetes son tan festejados por los peques: la posibilidad de ponerse chorreando sin que mamá o papá les regañen, de saltarse la norma habitual, constituye de por sí un atractivo. Pero no es la única razón por la que gustan.

BENEFICIOS DE LAS PISTOLAS DE AGUA

El hecho de que estos juguetes hayan resistido al paso del tiempo no es casual: todos en algún momento hemos jugado a indios y vaqueros, a policías y ladrones o simplemente al “tú la llevas”. Son juegos simbólicos de persecución y estrategia, que ayudan a desarrollar habilidades físicas y motoras, y que constituyen una buena manera de liberar tensiones y canalizar la energía de forma positiva.

Estas actividades ayudan a asimilar el concepto de la norma, al haber “cosas que vale y cosas que no vale hacer”. Se suelen establecer bandos, lo que contribuye a asumir el concepto de trabajo en equipo, por no mencionar que, como toda actividad física, los ayuda a llegar a la cama más relajados.

El juego de agua, además, tiene el aliciente añadido de que nos pone en contacto con un elemento que nos encanta; en efecto, somos criaturas de agua, y es por ello por lo que los niños disfrutan jugando con los charcos, con la lluvia, en la playa o en el jardín con una simple manguera.

Frente a los carísimos dispositivos electrónicos, las pistolas de agua son una alternativa divertida, económica y muy positiva de proporcionarles una diversión sana y animarles a moverse del sofá, a despegarse de la consola o de la tele y, en definitiva, a hacer lo que es propio de niños: saltar, correr y disfrutar.

OJITO CON EL SOL

Que debemos protegernos del sol no es nada nuevo; todos recordamos esos días de campo y playa de la infancia en los que nuestras madres insistían en embadurnarnos con todo tipo de cremas, (y también recordamos cómo solíamos huir de tan fastidiosa ceremonia).

Bajo la coloreada sombrilla, normalmente los más mayores y los bebés se protegían de los rayos solares, o eso parecía.

En realidad, una simple sombrilla deja pasar los rayos UVA a través de su tejido, por lo que, aunque nos proporcionen alivio ante el calor veraniego, lo cierto es que no salvaguardan nuestra piel.

Es algo que ahora sabemos, y es lo que ha propiciado la aparición de las sombrillas con protección para los rayos UVA.

Considerando que los efectos negativos de estas radiaciones aumentan cada año, como consecuencia del cambio climático y el agujero de la capa de ozono, y teniendo en cuenta además el efecto memoria que tiene nuestra piel, protegerse adecuadamente se hace imperativo.

EL EFECTO MEMORIA DE LA PIEL: QUÉ ES

Por lo general, las enfermedades causadas por la exposición al sol sin ningún tipo de protección suelen manifestarse después de que se nos hayan olvidado ya esas horas de esparcimiento y felicidad vacacional. De ahí que hablemos del efecto memoria de la piel.

Protegerse con cremas solares adaptadas a nuestras necesidades es un buen comienzo, pero hay que tener en cuenta que los efectos de esas cremas son limitados, y que hay que repetir constantemente su aplicación.

Muchas personas optan, entonces, por descansar de la exposición al sol situándose bajo una sombrilla. Y ahí es donde está el problema: una sombrilla corriente no nos protege de las radiaciones UVA, y nos estaremos engañando con la falsa sensación de estar protegidos, al estar resguardados del calor, cuando una cosa son los rayos ultravioleta y otra los rayos infrarrojos.

Estos últimos son responsables de la sensación de calor en nuestra piel, y por ello tendemos a pensar que, si no sentimos calor, tampoco nos estamos quemando.

Es un error muy frecuente, y que debe evitarse. No olvidemos que, en los días de verano en los que el cielo está nublado, es cuando más nos quemamos, ya que, al no sentir sensación de calor, pensamos que el sol no nos afecta. y nada más lejos de la realidad, pues los rayos UVA sí atraviesan las nubes.

Del mismo modo, una sombrilla corriente nos estará protegiendo del bochorno estival, pero no así de los nocivos rayos que perjudican nuestra piel, y que pueden acabar provocando, con los años, enfermedades serias.

Por ello, es importante que todos, y muy especialmente las personas sensibles, niños y bebés, estén convenientemente protegidos en los días de primavera y verano.

Tengámoslo en cuenta a la hora de adquirir nuestra sombrilla.

 

Chuss Chulián.

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