Todo lo que uno haría por los sueños de los hijos

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Si tan sólo ellos supieran que con una de sus sonrisas tocamos el cielo con las manos. Si supieran que nunca cuenta el cansancio cuando la fiebre los ataca en las noches y nos quedamos a su lado, como si con tan sólo mirarlos la fiebre se asustara y presentara bandera blanca de rendición. Si supieran que un “mamá, te quiero” en sus labios es comparable a los versos de Pablo Neruda en Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Si supieran que potencializan lo mejor de nosotros, transformándonos, mutándonos a mejores personas.

Hace diez días, yo me encontraba navegando con mi mente por la estratósfera, mientras realizaba algunas tareas de orden en casa, y la dulce voz de mi hija de ocho años me devolvió al planeta Tierra en un santiamén. ¿A tí también te pasa que siempre que nos sorprenden con un planteo o “cuestión super importante”, tú andabas dando una vuelta por Saturno? Para colmo, te plantean su interés sin preámbulos, sin preavisos, con una inocencia arrolladora y salvaje.

“Mami,-me dijo Micol, concentrada y seria,- vos, ¿qué harías por conocer a Luis Miguel?”. La pregunta me sorprendió. Tal vez está de más aclarar que se refiere al cantante mexicano, y a la devoción que despierta en mí desde hace ya 30 años. La miré, sorprendida, titubeando la respuesta, porque temía a dónde nos llevaría esta conversación. Salí airosa, contéstandole que a esta altura, me conformaba con concurrir a verlo a un recital o escuchar su voz, plasmada en boleros inmortales, en algún CD.

Entonces, me lo soltó, “¡Mami, yo quiero conocer a Violetta!”. “Y para eso, tengo que hacer un video de una de las coreografías del programa y subirlo a la página de Disney y si gano, la conozco, mami. Es mi sueño”. Vale la pena aclarar que Violetta es una serie que emiten por Disney Channel. Descubrí que mi hija tenía una ídola, y no era precisamente yo. ¿Cómo podía ocurrir algo así? Pude reponerme del ataque de celos lentamente. Me lo imploró, me lo suplicó hasta que me convenció, y ahí empecé a descubrir cómo pueden trabajar los niños en pos de sus sueños.

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Tras los pasos de Violetta, aunque por unos segundos me hubiera gustado que fuera tras los de Luis Miguel

Mi pequeña Micol, de ocho años, resultó ser una buena productora y una esforzada trabajadora. Eligió meticulosamente el vestuario; solicitó mi autorización para luci , por ese día, su pelo planchado, es que sabe que soy reticente a pasarles la planchita a esa edad; programó la práctica de la coreografía, para hacerla durante una hora y media, al término del programa de Violetta por TV y convocó a tres amigas de su hermana mayor, para que la ayudaran a grabar y subir el video cuando finalmente ya estuiera lista para grabarlo.

La vi tan emocionada, que me emocionó. La ví tan ilusionada, que me ilusionó. Me hizo recordar la importancia de darle riendas suelta a nuestros sueños, esos pequeños motores invisibles y silenciosos que pueden movilizarnos. Admiré su empeño y su dedicación, su capacidad de ser líder en un proyecto propio para lograr un objetivo.

No sé si ganará. No sé si podrá conocer a Violetta. Pero ya hablamos que a veces es importante disfrutar del camino antes de llegar al destino. Hablamos de que fue divertido plancharse el pelo, bailar, cantar, sacarse fotos locas con las amigas de su hermana mientras grababan el video. Y ahora, me veo convertida en una insistente agente de prensa para conseguir más votos para el video en pos de conseguir el tan ansiado premio.

No sé de lo que sería capaz por conocer a Luis Miguel. Pero lo que sí sé, es de lo que soy capaz por estos dos ángeles que llegaron para iluminar mi vida. Soy capaz de convertirme en un terremoto infrenable para defenderlas; soy capaz de recuperar fuerzas aunque me sienta completamente exhausta; soy capaz de convertirme en un mar de lágrimas en un acto escolar. Soy viento y marea; luz y calor; fuerza y debilidad; llanto y risa.

Porque por nuestros hijos cada camino andado y desandado vale la pena. Comparte enEntrePadres las cosas qué has hecho en pos de los sueños de tus hijos y de lo que serás capaz por ellos.

Vía: Entrepadres

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