Ibi, el parque temático del juguete español

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A comienzos del siglo XX, la localidad alicantina de Ibi estaba estancada demográfica y económicamente. El terreno no era lo suficientemente fértil como para desarrollar una agricultura próspera y pese a ello, tres de cada cuatro ibenses malvivía del campo. Junto a la agricultura había también un precario comercio de nieve, dada la abundancia de pozos en la zona, que era recopilada, trasladada y vendida en Alicante. “El origen del juguete de hojalata viene precisamente de la nieve, ya que se empleaba este material para hacer envases y transportar la nieve”, explica el alcalde de Ibi, Rafael Serralta. 

Una familia de hojalateros, de apellido Payá fue la primera en aprovechar la hojalata para construir y vender juguetes en los mercados de la comarca. “Creo que el primer juguete fue una pequeña tartana para niños que tuvo mucho éxito y que bien pudo ser el inicio de la tradición juguetera de Ibi”, explica el alcalde. Todo esto sucedía hacia 1905, siendo la constitución de la sociedad Payá Hermanos, dedicada ya íntegramente a la fabricación de juguetes, en 1910. Las siguientes décadas fueron de asentamiento, tanto de la fábrica de los Payá como de otras familias que iniciaron negocios jugueteros convirtiendo a Ibi en el gran referente español de la industria.

Los años sesenta fueron los años dorados de la industria juguetera. La población de Ibi se duplicó en aquellos años y hasta principios de los ochenta llegó a rebasar los veinte mil habitantes – hoy tiene 24.000 –. Por entonces el 80% de la actividad económica estaba centrada en el juguete y el pueblo alojaba a las principales empresas de España: Injusa, Moltó, Feber, Famosa… La industria de aquellos años, cuyas estructuras aún perduran en la comarca, permite que el llamado valle del juguete – Ibi, Castalla y Onil– tenga una tasa de paro muy por debajo de la media española situada en torno al 18%.

A día de hoy, el juguete supone un 22% de la facturación económica de Ibi y una cantidad similar de su empleo. Con los años, la industria local ha logrado diversificar su producción, dada la especial idiosincrasia del juguete. “El juguete es un negocio muy complicado ya que requiere una constante innovación y por tanto la inversión es siempre muy potente. Los componentes son muy caros y ahora además cuentan con partes tecnológicas. A todo esto hay que sumar que los niños se cansan muy pronto de todo y que la industria se lo juega todo en la campaña de Navidad”, comenta Rafael Serralta, que además de acalde ha estado vinculado al juguete profesionalmente.

La campaña de Navidad supone para los empresarios jugueteros de Ibi algo más del 70% de la producción anual, un porcentaje demasiado importante que implica un riesgo muy alto en tiempos de crisis. En el lado positivo, la enorme cantidad de factores que condicionan la empresa juguetera, la exigencia de una constante creatividad y de una inversión poderosa suponen una especie de ‘escuela’ que le permite diversificar con buenas expectativas. “Cuando uno lleva su negocio con tantos condicionantes al final encuentra que fabricar, por ejemplo, componentes plásticos para otros sectores aprovechando su maquinaria y su experiencia en la industria juguetera pudiendo facturar mensualmente es todo un lujo”, explica el alcalde.

La misma empresa que antes hacía el mecanismo de una muñeca ahora hace envases para medicamentos o espejos retrovisores y los tubos que antes formaban la estructura de un carro de juguete ahora son vendidos como tubos de escape para coches. Además, el pueblo está trabajando en una vertiente turística que parte prácticamente de cero y que va dirigida al turismo infantil y familiar. Con su Museo del Juguete, su Hotel del Juguete, su Instituto Tecnológico del Juguete y su Palacio de los Reyes Magos, Ibi está en fase de convertirse en un auténtico parque temático del juguete.   

Vía: Teinteresa

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