JUGUETES EN LA HISTORIA (I)
PRIMERA PARTE: LOS ORÍGENES
Desde la prehistoria, los juguetes han supuesto un marco de expresión artística y educativa para todos los pueblos y culturas de la historia. A través de él han jugado niños y niñas de las más diversas regiones y formas de vida. Desde las frías tierras del norte hasta los cálidos desiertos, todos y cada uno de los seres humanos adultos hemos jugado alguna vez con un juguete.
Debido a esto, los humanos hemos plasmado en los juguetes nuestras inquietudes estéticas, nuestras mentalidades y nuestros gustos. Así, es posible estudiar y entender gran parte de los aspectos sociales y culturales de una civilización a través del estudio del juego y el ocio.
Resulta obvio pensar que los juguetes son más antiguos aún que la propia humanidad. Constituyen entonces un mecanismo de aprendizaje para numerosas especies animales, entre la que se encuentran los seres humanos. Por tanto, no resulta muy atrevido afirmar que el propio proceso de hominización, la misma evolución humana, estuvo acompañada paso a paso de cientos de miles de objetos que un día u otro, para alguien, fueron un juguete.
Es fácil suponer que los primeros juguetes fueron simples palos y piedras, quizá alguna hoja o la arena de las playas. Con un poco de imaginación no nos es difícil concebir a aquel niño o a aquella niña del paleolítico jugando en cuclillas con un tronco hueco sobre un riachuelo o a aquel otro dibujando con una piedra sobre la pared de una cueva.
Por desgracia, existen muy pocas huellas de aquellos juegos en la actualidad. Más allá de conjeturas y objetos difíciles de clasificar, podemos decir que, en occidente, los juguetes tal y como los conocemos hoy en día aparecieron por vez primera hace entre cinco y seis mil años entre los habitantes de las civilizaciones mesopotámicas y el mundo egipcio.
Uno de los primeros casos documentados es el del Juego Real de Ur. En la desembocadura del río Eufrates, a orillas del Golfo Pérsico, entre las ruinas de la antigua ciudad de Ur fue encontrado este juego de mesa, conservado en el British Museum de Londres y que está fechado en torno al 2600 a.C.
Se trata de un juego de tablero cuyas normas estaban concebidas para dos jugadores, cada uno de los cuales poseía siete fichas, negras para uno y blancas para el otro, y tres dados. El funcionamiento era sencillo, ya que se trataba de echar una carrera entre las fichas de ambos jugadores para ver quién llegaba antes, como ocurre hoy en día con el parchís.
Este tipo de juegos de tablero existió también en el Egipto faraónico, donde los juegos de mesa sufrieron un notable desarrollo.
Además de estos juegos de tablero la arqueología nos ha legado también representaciones en miniatura de la realidad, como casas, armamento, muñecas o soldados de juguete.
También la pelota, gran protagonista de nuestro tiempo, estaba presente en aquella época. Era el juego de los menos favorecidos, quienes no podían aspirar a poseer miniaturas o juegos de mesa.
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